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La novela picaresca

 
Para los pícaros el único código es el contrato y su honor se compra con oro, y
todas las novelas picarescas comparten una serie de características comunes que podrían resumirse en las siguientes.
 1. El protagonista es el pícaro, categoría social, procedente de los bajos fondos que, a modo de antihéroe, es utilizado por la literatura como contrapunto al ideal caballeresco. Su aspiración es mejorar su condición social, pero para ello recurre a su astucia y a procedimientos ilegítimos como el engaño y la estafa, el ardid y la trampa ingeniosa. Vive al margen de los códigos de honra propios de las clases altas de la sociedad de su época y su libertad es su gran bien, pero también posee una frecuente mala conciencia. Su línea de conducta está marcada por el engaño, la astucia. Su libertad es su gran bien. Una libertad condicionada por el mundo en que le tocó vivir y el destino inexorable que lo rige.
2. Carácter autobiográfico. El protagonista de muy bajo rango social o estamento que narra sus propias aventuras, empezando por su genealogía, que resulta ser lo más antagónica a la estirpe del caballero: descendiente de padres sin honor o abiertamente marginados o delincuentes. Este tipo de  novela de humor está narrada en primera persona como si el protagonista, un pecador arrepentido o no, pero eso sí construido plenamente como antihéroe, fuera el autor y narrara sus propias aventuras con la intención de moralizar. La forma autobiográfica estará en función de la orientación de la crítica social que ejercerá la novela picaresca; al proyectar el autor su personalidad sobre un personaje ficticio, le permite exponer con mayor libertad sus propias ideas.
 
3. Una doble temporalidad. El pícaro aparece en la novela desde una doble perspectiva: como autor y como actor. Como autor se sitúa en un tiempo presente que mira hacia su pasado y narra una acción, cuyo desenlace conoce de antemano.
 
4. Estructura abierta. El pluralismo de aventuras que se narran podrían continuarse; no hay nada que lo impida, porque las distintas aventuras no tienen entre sí más trabazón argumental que la que da el protagonista.
 
5. Determinismo: aunque el pícaro intenta mejorar de condición social, fracasa siempre y nunca dejará de ser un pícaro. Por eso, la estructura de la novela picaresca es normalmente abierta. Las aventuras que se narran podrían continuarse indefinidamente, porque no hay evolución posible que cambie dicha historia.
 
6. Carácter moralizante. Cada novela picaresca está narrada desde una perspectiva final de desengaño; vendría a ser un gran «ejemplo» de conducta aberrante que, sistemáticamente, resulta castigada. La picaresca está muy influida por la retórica sacar de la época, basada en muchos casos, en la predicación de "ejemplos", en los que se narra la conducta descarriada de un individuo que, finalmente, es castigado o se arrepiente.
 
7. Carácter satírico. La sátira es un elemento constante en el relato picaresco. La sociedad es criticada en todas sus capas, a través de las cuales deambula el protagonista en una estructura itinerante de los diferentes estratos a cuyo servicio se pondrá como criado, lo que le permitirá conocer los acontecimientos más íntimos de sus patrones, mostrando en cada vez un elemento representativo de cada uno. De ese modo el pícaro asiste como espectador privilegiado a la hipocresía que representa cada uno de sus poderosos jefes, a los que critica desde su condición de desheredado porque no dan ejemplo de lo que deben ser. Los males del pícaro son, al mismo tiempo, los males de una sociedad en la que impera la codicia y la avaricia, en perjuicio de los menesterosos que pertenecen a las capas más bajas de la sociedad
todos estos aspectos se narrarán con realismo, incluso naturalismo al describir algunos de los aspectos más desagradables de la realidad, que nunca se presentará como idealizada sino como burla o desengaño.
 
 
La novela picaresca nació como parodia de las narraciones idealizadoras del Renacimiento. El fuerte contraste con la realidad social generó como respuesta irónica las llamadas «antinovelas», de carácter antiheroico, protagonizadas por anticaballeros que amaban a damas, mostrando lo sórdido de la realidad social: los hidalgos empobrecidos, los miserables desheredados y los conversos marginados frente a caballeros y burgueses enriquecidos que vivían en otra realidad observada por encima de sus cuellos engolados. A través de un mundo miserable, donde sólo se sobrevive gracias a la estafa y el engaño y donde toda expectativa de ascenso social es una ilusión.

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